Importancia del DHA en el embarazo y la lactancia y su relación con alergias, parto prematuro y depresión postparto

Efectos en el feto y en el embarazo

Datos provenientes de estudios observacionales constataron que el consumo de ácidos grasos omega-3 durante el embarazo, ya sea por la dieta como a través de la suplementación, está asociado a mejores resultados en el neurodesarrollo infantil1-4.

La suplementación de las mujeres embarazadas y lactantes con ácidos grasos poliinsaturados (PUFAs) n-3 de cadena larga promueve mejores puntuaciones de cociente intelectual (CI), a los 4 años de edad, comparativamente con la suplementación materna con PUFAs n-6 de cadena larga3.




Un estudio realizado en 2004 por Oken informó sobre la asociación entre un mayor consumo materno de pescado durante el embarazo y una mejor preferente memora de reconocimiento visual y puntuaciones superiores en tests de inteligencia verbal1, tal como se había observado en estudios anteriores.

Los niños nacidos de madres que no ingirieron pescado en el embarazo presentaban mayor riesgo de desenlaces adversos o subóptimos, con resultados en el cuartil más bajo en tests de desarrollo verbal y CI a los 8 años de edad, tests comportamentales a los 7 años y bajas puntuaciones en los tests de desarrollo inicial que evalúan las capacidades motoras finas, aptitudes sociales y capacidad de comunicación2.

Se realizó un estudio aleatorio, doble ciego, en mujeres que fueron suplementadas con aceite de hígado de bacalao o placebo durante el embarazo y la lactancia3. Los niños nacidos de madres suplementadas con aceite de hígado de bacalao presentaban una ventaja del 4% en la puntuación en el Kaufman Assessment Battery for Children (K-ABC), que las del grupo placebo4.

Se observó una diferencia significativa y sustancial en el CI de 4 años de edad usando el test (K-ABC) como instrumento para evaluar la inteligencia, particularmente la parte del test que evalúa el procesamiento mental (Mental Processing Composite portion of the K-ABC). En un ensayo con una duración de 4 años, los niños nacidos de madres suplementadas presentan un CI superior al grupo control (Tabla 1)3.

Tabla 1 - Efectos del omega 3 en el desarrollo del sistema nervioso central fetal (Adaptado de 3,5) 


Gráfico 1 - Suplementación materna y tests de puntuación de inteligencia a los 4 años de edad3.

Los resultados de un estudio más reciente, realizado a los 7 años de edad, muestran que las concentraciones plasmáticas maternas de fosfolípidos de ácidos α-linolénico (18:3n-3) y de ácido docosahexaenoico, en muestras maternas y de recién nacido, se correlacionan positivamente con las puntuaciones en la escala de procesamiento secuencial, aunque la correlación sea débil5.

Se observó que las concentraciones plasmáticas maternas de fosfolípidos ácido α-linolénico (ALA) y ácido docosahexaenoico (DHA) durante el embarazo se revelaron como factores significativos para el procesamiento secuencial de los niños a los 7 años de edad5.

Teniendo en cuenta el importante papel del DHA para la función del cerebro y la retina, y dado que la cantidad de ácidos grasos (FAs) en la circulación fetal depende exclusivamente de la composición FA en la sangre materna, muchos estudios han investigado los efectos sobre la actividad cerebral asociado al aumento de la ingesta materna de ω-3 LC-PUFA durante el embarazo y la lactancia. Estos estudios revelaron que la suplementación tiene múltiples efectos beneficiosos: aumento de la agudeza visual6, estado de sueño neonatal más maduro7, reducción de la hiperactividad8 y mejoría de las funciones cognitivas y de atención9.

No se ha establecido aún si esos beneficios persisten en la infancia y la vida adulta.

La preponderancia de los datos sugiere que tomar ácidos grasos omega-3 durante el embarazo es importante para el desarrollo del cerebro del feto y para el posterior neurodesarrollo del niño, la privación en ácidos grasos omega-3 durante el embarazo está asociada a puntuaciones bajas de desarrollo y de comportamiento10.


Lactancia

Distintos estudios han demostrado una correlación positiva entre la lactancia materna y el desarrollo cognitivo en la infancia11-13.

La leche materna contiene todos los PUFAs de cadena larga, y se ha sugerido que esto puede explicar algunos de los efectos beneficiosos del amamantamiento14.

Parece ser que los ácidos grasos omega-3 también son importantes durante la lactancia. Las mujeres lactantes que recibieron 200mg de DHA por día durante 4 meses tuvieron niños con mejor desempeño en el Índice de Desarrollo Psicomotor de Bayley (BSID) tras 30 meses, comparativamente con los de las mujeres que tomaron un suplemento de aceite vegetal15. También, la suplementación con aceite de pescado tomado durante el embarazo y la lactancia dio como resultado una disminución en el riesgo de alergias infantiles16,17.




Durante la lactancia, una puérpera normal proporcionará al bebé cerca de 80 mg de DHA por litro de leche producido18.

Muchos estudios han demostrado que los niveles plasmáticos de ácidos grasos omega-3 determinan los niveles de estos nutrientes tanto en el cordón umbilical como en la leche. Por lo tanto, una mejoría del estatus de omega-3 materno durante el embarazo y la lactancia beneficia, en última instancia, al niño19.

Para proporcionar los niveles adecuados de DHA en la leche materna con el fin de buscar una nutrición neonatal óptima y el atenuar la depleción de las reservas maternas, la International Society for the Study of Fatty Acids and Lipids (ISSFAL) recomienda la ingesta diaria de 300 mg de DHA a mujeres embarazadas y lactantes20,21.


Alergias

Durante los primeros 12 meses de vida, los niños de madres suplementadas con omega-3 presentaron disminución del riesgo de desarrollo de alergias alimentarias y eccema IgE-asociado.

Un estudio reciente correlacionó los niveles de LC-PUFA en el útero con el fenotipo inmunológico en la infancia debido a la capacidad que tienen de influenciar el equilibrio Th1 y Th2. Concretamente, el ácido araquidónico (AA) mejora el proceso inflamatorio, mientras que el DHA disminuye las citocinas inflamatorias; por consiguiente, la suplementación con DHA parece tener un potencial papel en la prevención de las alergias futuras22,23.





Parto prematuro

Los factores de riesgo modificables, como la dieta materna, continúan siendo un área de investigación. La alta proporción de ácidos grasos ω-6 frente a ω-3 dará como resultado un aumento de la producción de eicosanoides pro-inflamatorios (es decir, la prostaglandina E2 [PGE2] y la prostaglandina F2 [PGF2α]). Estos metabolitos han sido asociados con la iniciación del trabajo de parto y del trabajo de parto prematuro. Incluir más ácido eicosapentaenoico (EPA) en la dieta puede conducir a una reducción en la producción de eicosanoides pro-inflamatorios y un aumento de la producción de prostaciclina (PGI2), que puede promover la relajación del miometrio. Los ácidos grasos omega-3 regulan negativamente la producción de prostaglandinas PGE2 y PGF2α, y pueden inhibir de este modo el proceso contráctil del miometrio24,25.

A pesar de que el DHA y el AA evidencian ser esenciales para el desarrollo del SNC fetal, la ingesta relativamente pobre de EPA asociada al elevado consumo de ácido linoleico (que produce el AA), puede afectar al resultado del embarazo, modificando el equilibrio de los eicosanoides producidos15,26-29.

Una elevada proporción de AA para EPA puede promover efectos indeseables, como el trabajo de parto prematuro y la preeclampsia30,31.




Una dieta rica en ácido linoleico produce una abundancia de AA, que actúa como precursor de las potentes prostaglandinas (PG) serie 2-E2 y PGF2α. y del vasoconstrictor tromboxano (TX) A2. Ambas PGE2 y PGF2α están íntimamente asociadas a la iniciación del trabajo de parto y del trabajo de parto prematuro, mientras que el tromboxano A2 ha sido asociado a la preeclampsia32-34.

Estudios observacionales e intervencionales sugieren una asociación significativa de la suplementación con omega-3 y la prolongación de la gestación y reducción del riesgo de parto prematuro, tanto en las gestaciones de bajo como en las de alto riesgo. Fueron sugeridos otros beneficios en la restricción del crecimiento intrauterino, preeclampsia y depresión postparto, pero la evidencia no es concluyente35,36.

Cuatro estudios controlados y aleatorizados demostraron o una reducción en la tasa de parto prematuro, o un aumento en el tiempo medio de gestación (Tabla 2)37.

Tabla 2 - Ensayos clínicos europeos sobre omega-3 en el embarazo36,37.

Los distintos estudios observacionales publicados muestran que la suplementación con ácidos grasos omega-3 prolonga el embarazo durante 4-6 días y disminuye el riesgo de parto prematuro en las embarazadas con parto prematuro previo35,36.

Actualmente no hay datos suficientes para recomendar la suplementación de ácidos grasos ω-3 con el único propósito de prolongar la gestación o reducir el riesgo de parto prematuro. Sin embargo, la cantidad de ácidos grasos ω-3 ingeridos resultantes de la cantidad recomendada de alimentos marinos o de la suplementación diaria para optimizar el desarrollo del cerebro fetal, pueden tener el beneficio adicional de reducir el riesgo de parto prematuro en poblaciones de alto riesgo (embarazadas con historial anterior de PPT o embarazadas con niveles de ingesta de ácidos grasos ω-3 bajos)37.


Depresión materna

Se ha demostrado que la depresión relacionada con el embarazo y postparto afecta a la relación y conexión afectiva del niño con la madre, el desarrollo cognitivo y el desarrollo comportamental.

Los ácidos grasos Los ácidos grasos poliinsaturados han demostrado disminuir la producción de citocinas pro-inflamatorias que se encuentran altas en los pacientes deprimidos42. Los ácidos grasos ω-3 son transferidos de la madre al feto durante el embarazo, agotando así las reservas maternas.

Las mujeres durante el embarazo y después del parto son más vulnerables a los trastornos psiquiátricos que pueden afectar al 5-20% de las embarazadas43.

La depresión no tratada durante el embarazo está asociada al aumento de los desenlaces obstétricos adversos43.

     - Uso indebido de sustancias
     - Recién nacido de bajo peso
     - Parto prematuro




Existen dos potenciales mecanismos que explican el efecto de los LC-PUFA en la depresión durante el embarazo. Primero la disminución acentuada de ω-3 en la mujer embarazada debido a los elevados requisitos para el desarrollo fetal44,45 pueden precipitar la depresión, dado que una deficiencia en LC-PUFA puede inducir disfunciones serotoninérgicas46,47.

Otro mecanismo posible es que los LC-PUFA ω-3 desempeñan un papel importante en la estabilización del estado de ánimo actuando en la "cascada del ácido araquidónico" por el efecto inhibitorio en la actividad de la fosfolipasa A243.

Se ha postulado que el aumento en la ingesta de ácidos grasos ω-3 por la dieta y suplementos podría, en teoría, ser beneficioso y protector del afecto materno. Datos epidemiológicos han demostrado que el bajo consumo de alimentos marinos durante la gestación está correlacionado con niveles más elevados de síntomas depresivos durante el embarazo (Gráfico2)48.


Gráfico 2 - Evolución de la Escala de Evaluación de Hamilton para la depresión (HAM-D) en mujeres embarazadas con depresión tratadas con Omega 3 PUFAs o placebo durante el período de estudio.

Estudios epidemiológicos han demostrado que la prevalencia de la depresión postparto es mayor en países con una baja ingesta de ω-3 comparativamente con países donde hay mayor consumo49. En particular, la depresión postparto (PPD) parece estar relacionada con un ratio mayor de ω-6/ω-350. El mecanismo subyacente a esta observación puede ser la reducción fisiológica de contenido en DHA de los lípidos en el cerebro materno en la fase final del embarazo y durante la lactancia. Este evento fisiológico, asociado a la evidencia de que las mujeres embarazadas con un episodio de depresión mayor parecen tener niveles más bajos de ω-3 PUFA comparativamente con patrones saludables, parece predisponer a estas pacientes a un riesgo elevado de desarrollar PPD51. Pocos estudios y con diferentes dosificaciones han investigado el papel de la suplementación con ω-3 en la incidencia de PPD, con resultados discordantes52,53

Una dificultad de los ensayos controlados y aleatorizados, particularmente en el estudio de la depresión, es que muchas veces el grupo de control tiene tasas de síntomas depresivos menores que lo esperado. Esto se puede explicar por el efecto Hawthorn en que el aumento del contacto con los investigadores puede, por sí solo, disminuir los síntomas depresivos4,54. Son necesarios estudios adicionales para aclarar el efecto de la suplementación de ácidos grasos omega-3 en la depresión postparto.



Conclusiones

Estudios prospectivos en mujeres embarazadas que consumieron pescado o suplementos de aceite de pescado demuestran, en general, un efecto beneficioso en los desenlaces del desarrollo neurológico de la descendencia.

Son necesarios más estudios para entender mejor el papel de los LC-PUFA en el desarrollo del cerebro, pero tenemos que considerar que los procesos neuronales son complejos y multifactoriales de modo que innumerables variables de confusión, como la dosis de referencia materna de ingesta de LC-PUFAs, el estatus socioeconómico o el nivel educacional y el estatus de otros nutrientes pueden influir en los resultados55.

Se hace evidente que la ingesta diaria de LC-PUFA puede influir en la salud fetal, materna e infantil. Por tanto, es aconsejable que las mujeres embarazadas y lactantes consuman, por lo menos, 200 mg/día de DHA para alcanzar una nutrición neonatal óptima y atenuar la depleción de las reservas maternas56.

Las normativas consensuadas al respecto recomiendan que las mujeres embarazadas consuman, por lo menos, 200 mg de DHA por día para optimizar el desenlace del embarazo y la salud fetal57.





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